“No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario . . .” Isaías 8:12-14
El miedo o temor es una fuerza muy poderosa que mueve la voluntad de las personas. Tomamos muchas decisiones importantes en nuestra vida movidos por el miedo. Temor a la falta de dinero, de trabajo, de comida, de una casa. Temor a las enfermedades, a los peligros, a los abusos, al gobierno, al narcotráfico o la policía. Temor a lo que no sabemos, lo que depare el futuro, lo que suceda el día de mañana o en los meses porvenir. Temor a la muerte.
Pero uno de los temores más grandes, y del cual se derivan todos los anteriores, es el temor de otras personas, el temor del hombre. Muchas personas tienen gran temor de lo que otros puedan hacer, pensar o decir contra ellos. Lamentablemente este temor de “otros” en ocasiones es tan fuerte que termina controlando las vidas y decisiones de muchos.
En el pasaje citado, Israel está enfrentando el terrible acoso de una nación más poderosa militarmente y el corazón de muchos se encontraba sujeto al temor de la guerra. Imágenes de violencia, abuso físico, hambrunas y muerte embriagaban los corazones de muchos israelitas. Ante este terror inminente, el profeta Isaías llama al pueblo a confiar en Dios, a santificarle y a hacer de Él el único motivo de temor. El resultado será la protección de Dios, “entonces Él será por santuario . . .”
¿De qué cosa tienes más temor? ¿de Dios o de lo que otros puedan pensar o hacer contra ti? Tristemente muchas personas que escuchan y entienden el evangelio de Cristo lo rechazan por el temor de otros. Ellos piensan que sería bueno responder al llamado de Cristo, pero su temor de lo que otros puedan decir, pensar o hacer es tan grande que prefieren rechazar a Cristo para quedar bien con aquellas personas.
Aquellos de quienes tienen temor pueden ser amigos, compañeros de trabajo, hermanos, padres, o demás familiares. Ellos tienen más temor del hombre que de Dios y tristemente, al rechazar a Cristo están escogiendo para su propio mal, viviendo bajo el juicio de Dios sin entender lo terrible que es caer en las manos del Dios vivo.
Es mi oración que esta reflexión mueva tu corazón y si el temor del hombre te está estorbando para seguir a Cristo, que hoy tomes la decisión valiente de temer a Dios y no al hombre. Decide seguir a Cristo sin importar lo que otros digan y así puedas experimentar la misericordia de Dios y no su juicio. Entonces experimentarás la gloria y gozo de aquellos que viven sin temor porque confían en un Dios soberano y poderoso que tiene control sobre toda situación.
Que el Señor te bendiga,
Pastor Guillermo M.