La condición humana, muertos en nuestros pecados, require de manera absoluta la intervención divina de Dios. El Espíritu de Dios, de manera invisible y sobrenatural, produce una cirugía divina en el corazón de aquellos que han de ser salvos. El Señor Jesucrito llamó a esto el “nuevo nacimiento.” Es imposible ser salvo sin nacer de nuevo.
Lamentablemente, muchos creyentes no entienden que esta es la más importante obra milagrosa del Espíritu en el corazón humano. Buscando al Espíritu, muchos están en busca de señales y milagros, ignorando que el más importante milagro es la obra del Espíritu convenciendo al corazón pecador de su necesidad de gracia y su necesidad de confiar únicamente en la obra de Cristo para salvación.